Retórica y predicación en el nuevo mundopalabra e imagen. Los testimonios de Fr. Diego Valadés y Guamán Poma de Ayala

  1. ORTEGA SÁNCHEZ, DELFÍN
Dirigida por:
  1. César Chaparro Gómez Director/a
  2. Fernando Serrano Mangas Director/a
  3. Manuel Mañas Núñez Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Extremadura

Fecha de defensa: 16 de diciembre de 2009

Tribunal:
  1. Eustaquio Sánchez Salor Presidente/a
  2. Luis Merino Jerez Secretario/a
  3. Víctor Mínguez Cornelles Vocal
  4. Beatriz Antón Martínez Vocal
  5. Fernando Rodríguez de la Flor Adánez Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 284438 DIALNET

Resumen

La interrelación entre palabra e imagen, recomendada primero por Aristóteles (el pensamiento funciona mediante la concatenación coherente de imágenes), retomada por el franciscanismo y la Compañía de Jesús, explotada por la "composición viendo el lugar" de Loyola, defendida al tiempo que controlada por el Concilio de Trento (1545-1563), admitida en general por las artes de la memoria y propagada por el éxito de la emblemática a partir de la publicación del Emblematum liber (1531) del poeta Alciato y el pintor Breuil, encontró renovada justificación en el contexto de la realidad indiana. Efectivamente, de acuerdo con las peculiaridades culturales del "otro", del nuevo receptor amerindio que colmaba una evolución que va desde el "único modo"cde Las Casas, pasa por la "sinopsis" de fr. Luis de Granada y llega hasta Valadés y Acosta, el reconocimiento de la utilidad de las artes memoriae en el Nuevo Mundo pudo proporcionar grandes beneficios en ese proceso de adaptación a la idiosincrasia nativa y su forma de transmitir el conocimiento mediante pinturas, como prueban las imágenes que, plasmadas en un muro, esculpidas en bajorrelieve o presentadas en grabados e ilustraciones, encontraron un punto de encuentro que unió lo textual, lo visual y lo oral. Según esto, con base a la finalidad de las antiguas pictografías indígenas, "representar mediante una figura el acontecimiento central que se quería fijar en la memoria" (acontecimiento y memoria), la retórica valadesiana traducirá esta relación en el binomio memoria artificial y conocimiento, al estilo precolombino. Asimismo, fr. Diego incluye noticias étnico-antropológicas, ajenas al discurso católico tradicional, con el objetivo de confirmar y defender el éxito de un determinado método de predicación dirigido a ese receptor "extraño": el verbo-visual franciscano, que confiere a su Retórica una clara naturaleza enciclopédica, tan en boga en el momento. Estos datos sobre la vida y costumbres de los indios van a ser articulados a través de un discurso figurativo encargado de proveer a una Europa enfrentada una serie de imágenes de calado neoplatónico, benefactoras e interculturales, basadas en la concordia, la fraternidad y la unitas, con el objeto de servir como elemento constructivo de nuevos imaginarios, tanto para Europa como para las Indias, reclamadas estas últimas como espacio de misión del Papado. Guiados por la concepción valadesiana de la memoria, sobre todo, de la memoria artificial, como operación propia de la retórica que da acceso a las demás partes del discurso y como hilo articulador de su obra, hemos demostrado cómo las imágenes valadesianas, elaboradas según el esquema clásico de la memoria artificial, no ilustran, enseñan, tienen un marcado carácter pedagógico e indudablemente están ideológicamente orientadas (por tanto, son propagandísticas), eurocéntricas y plagadas de prejuicios con visiones estereotipadas de la "otredad". Imagen y palabra se darán la mano para incluir en sus relaciones interesantes novedades que ponen de manifiesto la importancia de la "imagen memorativa" en la formación del orador sagrado y en la enseñanza del indígena, influencia debida a su maestro Pedro de Gante y a su estancia en Italia. Se pasará así de la violencia de los hechos a la violencia de la palabra y de la imagen, esto es, el fin de la compatibilidad entre la fuerza militar y la doctrina cristiana del bellum iustum del Medioevo europeo hasta su discusión en el primer humanismo. La retórica de Valadés, entonces, supone desde esta perspectiva la apuesta por una actitud suaviter in modo muy conveniente, convirtiéndose la violencia por obra de un trucaje de imágenes en mansedumbre. En definitiva, fr. Diego Valadés vino a ser, como bien apunta Ramírez Vidal, "una pieza importante en el proyecto papal de renovación de la iglesia católica", producto de las tareas reformistas de Gregorio XIII basadas en la formación de los nuevos religiosos y predicadores en los studia humanitatis, especialmente en retórica, en su misión como responsables de la evangelización. De la misma forma que las imágenes de Diego Valadés, las de Felipe Guamán Poma de Ayala, en estricta combinación con la palabra, se presentan como resultado del dominio de las técnicas de la memoria, de su utilidad como instrumento catequético-persuasivo y mnemotécnico en la transmisión de conocimientos, de su carga política y de su intención propagandística. Con este objetivo y, siguiendo las prescripciones de la configuración de la imagen tridentina, se aproxima a la tradición emblemática europea al establecer relaciones directas entre texto verbal y visual, parte funcional del programa evangelizador y educativo jesuita que tanto admiró. Junto a la asunción de la tradición emblemática (en el caso del Nuevo Mundo, eminentemente aplicada), elige como formato narrativo preferente el propio de la retórica eclesiástica, el sermón, para dirigir su denuncia del "mal gobierno" en el Virreinato del Perú. Efectivamente, este género fue el que le permitió dirigir su texto hacia la denuncia social, política y religiosa, al prestarse a la clasificación por grupos sociales para así articular su crítica de una sociedad movida entre el vicio y la virtud, de un "mundo al revés" desordenado por la nueva administración colonial. En esta intención introduce un concepto de historia que, como puede observarse en Valadés (en su caso, producto de un voluntarismo catequético y justificador de la existencia del indio), propone a los Andes como encrucijada del Cristianismo, cuya importancia radica, no sólo en el reconocimiento de un apostolado que parte del origen cristiano del indio, sino también en la subversión del orden religioso de Occidente, pues reconocer la supervivencia de ciertos aspectos religiosos concomitantes es afirmar una Iglesia católica históricamente independiente de Roma. Este proceso de restitución religiosa, encargado de canalizar cuestiones legales o cívicas en Guamán, implica la restitución de las tierras que el andino reclama para los señores locales, sus legítimos propietarios. Consecuentemente, de esta continuidad histórica el "cronista" hace derivar otro principio: La existencia de la naturaleza cristiana del indio, antes de la llegada de los españoles a los Andes, proyectando su "crónica", como el rétor franciscano (en su caso, sus "noticias etnográficas"), la Historia de Occidente en América y explicándola a partir de ella. En definitiva, estamos ante un texto verbo-visual de más de mil páginas que, mediante la configuración de "imágenes memorables" y la apropiación del género del sermón como técnica narrativa, pretende "enseñar recordando" a partir del símbolo, guiado, además, por la particular concepción espacial andina y sus múltiples relaciones de oposición-complementariedad. A nuestro juicio, el discurso de Guamán debe leerse en clave de "moral histórica", esto es, de sucesión o continuidad de unos principios morales precolombinos desarticulados en el mal gobierno del Virreinato peruano. Cosmovisión bien distinta a la de los cronistas españoles, en cuyos textos dominó lo que podríamos denominar la "moral doctrinal". Mientras que la primera basó su argumentación en la práctica consuetudinaria concreta de la tradición oral, la segunda se apoyó en referentes inasibles, no concretos, sobrenaturales, responsables de la desordenación de las estructuras socio-políticas andinas y que nuestro Guamán se afanó en conciliar. Y para llevar a efecto esta conciliación entre "moral histórica" y "moral doctrinal" utiliza como enlace el símbolo, el mensaje codificado, entendido de la misma forma con la que operó la emblemática religiosa y política europea, donde la conciencia simbólica de la realidad y la posibilidad de su desciframiento permitían al hombre, desde su mundo exterior, la aproximación a Dios, a la Verdad. De la misma manera, el ladino hace suyo el símbolo para expresar, más que una Verdad teológica, una Verdad histórica según los patrones espaciales andinos. Como puede comprobarse en esta Tesis Doctoral, los mecanismos retóricos fueron los mismos.