Evolución del patrimonio artístico de carácter religioso en Carrión de los Condes, Palencia, desde la Edad Media hasta nuestros días

  1. GARCÍA GARCÍA, LORENA
Dirigée par:
  1. Jesús María Parrado del Olmo Directeur/trice

Université de défendre: Universidad de Valladolid

Fecha de defensa: 15 février 2013

Jury:
  1. Fernando Gutiérrez Baños President
  2. Luis Vasallo Toranzo Secrétaire
  3. René Jesús Payo Hernanz Rapporteur
  4. José María Martínez Frías Rapporteur
  5. M. Carmen Morte García Rapporteur

Type: Thèses

Résumé

Nuestra investigación ahonda en profundidad en el análisis y evolución del patrimonio artístico de una villa media castellana, Carrión de los Condes, centrándose en la producción de carácter religioso, por ser ésta de mayor importancia que su patrimonio civil. Se estudian, de este modo, los monasterios, conventos, iglesias parroquiales y ermitas conservados hoy día como aquellas fábricas extintas, rastreando a través de las fuentes documentales y archivísticas los documentos que coadyuven significativamente en la reconstrucción de todos estos lugares de interés que recorren la geografía carrionesa. El punto de partida lo constituye el largo período que abarca la Edad Media, en que la villa condal jugó un papel determinante como sede de concilios, así como punto estratégico dentro del camino jacobeo. No obstante, la investigación se centra pormenorizadamente en la Edad Moderna, abarcando hasta la actualidad, en que, lejos de su esplendor, no alcanza los tres mil habitantes. De entre las villas palentinas surcadas por el Camino de Santiago, Carrión de los Condes fue la más relevante durante la Edad Media. Es este su período de máximo apogeo, cuando por entonces recibía la denominación de Santa María de Carrión. Por entonces, ostentará el Condado de Carrión, con los Beni-Gómez, fundadores del cenobio de San Zoilo a la cabeza del mismo. De este modo, se convertirá en sede de cortes y concilios importantes y foco de referencia de los cuatro arcedianazgos del Obispado de Palencia, elementos que propiciarán un desarrollo económico, cultural, y en consecuencia, artístico, sin parangón en otro período de la historia carrionesa. Basta indicar que la villa contaría con unos tres mil vecinos, esto es, unos doce mil habitantes y un ingente patrimonio religioso, constituido por cuatro centros monásticos, una docena de templos, y tres ermitas a finales de la Baja Edad Media. No obstante, el largo período medieval, y en especial los siglos XI y XII en los que el románico marca una singular impronta, con ejemplos tan destacados como los templos de Santa María o Santiago, ha sido objeto de numerosos estudios, por lo que el punto de partida de nuestra investigación emerge en las postrimerías de la época medieval para analizar la producción artística que se crea a partir de entonces, adquiriendo nuestro trabajo la originalidad de sus objetivos científicos. En los albores de la Edad Moderna, Carrión ostenta por primera vez el apelativo condal, a tenor del establecimiento de una destacada clase hidalga de origen castellano, promotora destacada del patrimonio monumental de este período. Una nobleza teñida de una profunda religiosidad, acorde al sentir popular, que, en consecuencia promoverá la construcción de espacios de culto privados debidamente adecentados con con obras de arte donde realizar sus oraciones habituales y asegurarse un lugar privilegiado para el descanso de sus almas. Los marqueses de Aguilar, los Mendoza en sus diversas ramas, los Berrio o los Paz, entre otros muchos, se conviertieron en los grandes promotores de la erección de capillas principalmente en templos parroquiales, y, junto a ellos, el clero regular se erigió en el impulsor de las obras en sus propios cenobios. El siglo XVI se erige paulatinamente como un período de bonanza económica durante el cual, si bien desaparecen algunos templos parroquiales como San Vicente, San Pedro o Sancti Espíritus, se producen fundaciones como los cenobios mendicantes de Santo Domingo, Santa Isabel, se construyen nuevas edificaciones como la ermita de la Vera Cruz, y, por supuesto, se levante el celebérrimo claustro de San Zoilo, hito insoslayable del patrimonio carrionés. Esta joya de mérito sin igual, ha merecido el honor de ser declarada Monumento Nacional en 1931, mención obtenida en gran parte gracias a la intervención de artistas de la talla de Miguel de Espinosa que traen a Carrión una impronta clasicista y una pericia técnica heredada de Diego de Siloé. Durante el período barroco, el progresivo deterioro de algunos templos como Santa Eulalia o San Bartolomé conduce irremediablemente a la ruina de sus fábricas y la consecuente adhesión de sus feligreses a otros templos cercanos. No obstante, y a pesar del receso económico y demográfico que acusa la villa, que se hace extensible a toda Castilla, Carrión experimenta un crecimiento sustancial a nivel artístico, no tanto en su aspecto cuantitativo como cualitativo, que se manifiesta en la renovación íntegra de las edificaciones existentes. El mecenazgo privado y la emigración masiva de artistas de procedencia cántabra, que lograban la adjudicación de las obras a precios competentes, posibilitaron el auge constructivo referido, patente en los templos de San Andrés, Nuestra Señora de Belén, San Julián o los cenobios de Santa Clara y Santa Isabel, entre otros. En ellos se manifiesta la influencia de la corriente clasicista que se origina en el foco vallisoletano. Dentro de las artes figurativas, la escultura ocupa un papel preeminente en el medio carrionés, con algunas obras documentadas y atribuidas de los grandes genios del barroco castellano como Gregorio Fernández, Juan de Ávila o Tomás de Sierra. No obstante, la mayor parte de la producción escultórica es obra de artistas anónimos de ámbito palentino. En el caso de la pintura carrionesa, y exceptuando los lienzos napolitanos del retablo mayor del convento de Santa Clara, la producción pictórica conservada se encuentra constituida por pinturas votivas e imágenes devocionales de carácter mediocre cuyos autores, de carácter local, se limitan a reproducir grabados y a copiar a otros artistas de reconocido prestigio. A lo largo de la centuria decimonónica asistimos a una inevitable merma del patrimonio artístico en Carrión, consecuencia directa de la invasión napoleónica, así como de las sucesivas desamortizaciones que provocaron que hoy día tan sólo pervivan los templos de Santa María, Santiago, Nuestra Señora de Belén, San Andrés y San Julián, las ermitas de la Piedad, Cestillos y la Vera Cruz y dos de los seis cenobios que existieron: San Zoilo, convertido en Hospedería y Santa Clara, que mantiene actualmente la clausura con una docena de internas. El estudio del devenir de nuestro patrimonio hasta nuestros días, en que Carrión de los Condes, que ostentaría el título de ciudad a finales del siglo XIX, fue progresivamente transformada en una villa media castellana de poco más de dos mil habitantes, resulta ineludible para comprender las circunstancias específicas de la pérdida de conventos como el de San Francisco o Santa María de Benevívere, de los que tan sólo conservamos las ruinas, o templos como San Juan del Mercado o San Bartolomé, cuyo recuerdo pervive gracias a algún testimonio gráfico o la dedicación de la calle homónima que señala su ubicación original. Lejos queda ya, el esplendor de la que fue ¿muy noble y leal villa¿ de Carrión de los Condes.